Mi experiencia en Achham, región del lejano oeste de Nepal

Como recién licenciada, estaba buscando oportunidades para mostrar mis aptitudes y capacidades mediante el voluntariado y trabajando por un cambio social. Tuve la oportunidad de conocer a Clara G. O. a través de un periodista internacional y me uní al proyecto Rato Baltin por medio de una ONG llamada be artsy, como voluntaria, empezando el 7 de marzo del 2019. Trabajar en este proyecto me hizo darme cuenta de las tremendas restricciones menstruales y también del Chhaupadi, al que se enfrentan las chicas y las mujeres en Achham. Aprender tan de cerca sobre el Chhaupadi también me hizo pensar sobre las restricciones menstruales que igualmente existen en las zonas urbanas, donde vive gente con un mayor nivel intelectual, y las chicas y las mujeres todavía tienen restringida la entrada a su propia cocina y también a los templos. La única diferencia es que es mucho más seguro en la ciudad.

Durante mi visita de seguimiento en noviembre, de 15 días, tuve la oportunidad de ir a Achham para la evaluación, y me presentaron al grupo. Me dí mayor cuenta de la dura realidad de la comunidad. Viajé hasta los pueblos de Sanfebagar llamados Khalsen y Dhakari (Hichma, Dhakari, Dhungachalna) para el seguimiento de las estudiantes y las mujeres que estaban utilizando las copas menstruales. En Dhungachalna tuve también la oportunidad de hablar con el alcalde de Sanfebagar, quien donó fondos para el proyecto Rato Baltin, pero debido a la confianza depositada en la ONG contraparte local Samabikas Nepal, el dinero se lo llevó esta colaboradora local. Al mismo tiempo, junto con Clara, en tanto que dirigiendo el grupo, hablé con una profesora que seguía con el Chhaupadi después de haber dado a luz. Durante nuestra conversación, me contó que había continuado con la práctica por su temor a Dios, y el miedo a la sociedad. Incluso siendo una profesora, no podía aún cambiar sus creencias, lo que me deprimió y me hizo preocuparme por su hija de dos meses.

A landscape. Achham, Nepal

Al mismo tiempo, tuve otra ocasión de hablar con el alcalde de Sanfebagar sobre el dinero que había otorgado a Samabikas Nepal, ONG local socia de be artsy, en el país, para el proyecto Rato Baltin, y mal empleado en la destrucción del Chhaugoth (cabaña donde las mujeres viven durante los días que tienen el periodo) en la municipalidad de Sanfebagar. Le llamé desde el número de la oficina, pero creo que ese número lo había bloqueado. La segunda vez, le llamé desde otro número, y cogió el teléfono.

Detalles de nuestra conversación

Yo: ¡Hola, señor, buenas tardes! Soy una voluntaria de be artsy, del proyecto Rato Baltin (él reconoció el nombre del proyecto). Señor, hablo en nombre de Clara, como traductora: todo lo que yo le diga es Clara preguntando, espero que no le importe si lo que dice resulta un tanto duro.
Alcalde: Sí, hable, por favor.
Yo: Señor, el dinero que ha estado dando en beneficio del proyecto Rato Baltin se lo ha llevado Samabikas Nepal. El propósito del proyecto Rato Baltin no es destruir los chhaugoths. Este dinero ha sido mal empleado por el colaborador local y no ha atendido a nuestros objetivos. Entretanto, Samabikas Nepal no se está comunicando con el proyecto ‘Rato Baltin.
Alcalde: ¡Mire! Yo dí el dinero al Rato Baltin, ahora ya no es cosa de mi incumbencia. Deberían hablar con Samabikas Nepal y trabajar de forma cooperativa. Yo soy alcalde y tengo un montón de cosas que hacer. No me llamen y me pregunten sobre cosas insignificantes, ahora tienen ustedes que coordinarse con el colaborador local.
Yo: Señor, eso lo entiendo, pero pudimos ver cómo el dinero está siendo mal empleado, y estamos intentando contactar con Samabikas Nepal: no cogen el teléfono. El dinero ha sido utilizado para destruir chhaugoths, lo que está causando más muertes de chicas y mujeres. ¡Esta no es nuestra manera de cambiar las cosas!
Alcalde: Escuche, planeamos destruir los chhaugoths; hasta que no lo hagamos, la gente no va a dejar de lado esta tradición.
Yo: Esta es una tradición que se ha seguido durante infinitas generaciones. ¿Y destruir de repente los chhaugoths va a hacer que la gente despierte y pare esta práctica? Muchas ONGs y IONGs han estado trabajando en esta zona durante años. Ellos no han sido capaces de cambiar esto con el tiempo; ¿puede esta decisión suya traer el cambio de manera instantánea? ¿Quién será responsable si las mujeres mueren después de que los chhaugoths hayan sido destruidos? ¿Puede usted asumir la responsabilidad de la muerte de mujeres debidas a la destrucción de las cabañas menstruales?
Alcalde: Yo no sé nada más, pero estoy a favor de destruir los chhaugoths. Quizá demos a la gente una hora, o dos días, de preaviso, antes de destruirlos. Si no hacemos esto, entonces la práctica nunca terminará. Durante este tiempo, si ‘una o dos chicas mueren, no es mi problema. Morirán por sus propias razones. Estaremos destruyendo los chhaugoths y permitiéndolas vivir en su propia casa. Si mueren, será cosa suya’.
Yo: ¿Cómo puede usted decir esto, señor? ¡Siendo usted el dirigente de esta zona, es su responsabilidad cuidar de las mujeres y protegerlas! Podemos saber cuántas chicas mueren después de que este asunto se filtre a los medios.
Alcalde: Esa es nuestra decisión, y nosotros estamos haciendo esto. Nadie puede pararme a mí en esta revolución. Y si van ustedes a amenazarme con los medios de comunicación, entonces debo decirles que no tengo ningún miedo de la prensa (¡cuelga el teléfono!).Girls with our Ruby Cup menstrual cups in a menstrual education workshop

Me traumatizaron mucho esas palabras y el conocer su mentalidad. Después de esa conversación, solo podía ver a las chicas de Achham enfrentadas a un futuro negro debido a la cruel mentalidad de la gente aquí. Sí, la revolución implica cambio, pero este tipo de revolución egoísta matará muchas almas inocentes.

Asimismo, Clara y yo estuvimos con el líder local distribuyendo información acerca de la proyección de la película y viendo si él podía coger el salón de actos para la proyección. Yo hablé sobre el cambio social y lo difícil que es cambiar la mentalidad de la gente. El líder local nos dijo que repartiéramos dinero, si no mucho, por lo menos 10 rupias nepalíes por persona, y que entonces el salón de actos estaría lleno. Yo le dije: ‘Estamos aquí para poner una película con el propósito de cambiar la mentalidad de la gente y su percepción. No queremos que la gente venga por codicia, sino que deseamos que vengan por el hecho del cambio’.

El trabajo de campo fue en general una experiencia de aprendizaje, en lo que se refiere a escuchar a la gente con paciencia, analizar la mentalidad de la gente, y llevar ideas innovadoras para el cambio. Sin embargo, esta experiencia también me hizo darme cuenta de la dura realidad, la cual no me esperaba en absoluto.

Texto y fotos de Simran Adhikari, responsable de programa be artsy - sede en Nepal.
Traducción de Tere Salinero.

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