Testimonio escrito en nepalí por Rupa Pandey, después de la versión nepalí puedes leer la traducción al castellano.
Como cualquier otro día, el 11 de enero de 2019, estaba revisando mi Facebook y de repente una publicación llamó mi atención. Esta publicación trataba del Proyecto Rato Baltin sobre la tradición menstrual «Chhaupadi», que aún se practica y está profundamente arraigada en el distrito de Achham situada en el lejano oeste de Nepal. Esta publicación explicaba como el proyecto había estado ayudando a mujeres y niñas en edad de menstruación durante dos años mediante la realización de un programa de concienciación sobre la gestión de la salud menstrual y proporcionando opciones favorables a la salud y el medio ambiente como las compresas sanitarias, es decir las «copas menstruales», que hacen que la menstruación sea un poco más fácil para las mujeres y niñas en Achham.
La palabra «Chhaupadi» me molestó mucho. El significado de esta palabra es tan cruel. Cuando mencionamos Chhaupadi solo hablamos de Achham, pero todavía se practica algún tipo de Chhaupadi en todos y cada uno de los pueblos, así como ciudades de Nepal. La única diferencia es que las mujeres y niñas que menstrúan en Achham se ven obligadas a dormir en el chaugoth. Exceptuando eso, el resto es bastante similar en todo el país: no toques eso, no vayas allí, no hagas esto, no eres pura … Muchas de nosotras hemos crecido con todas estas restricciones y hemos escuchado estas palabras muy duras durante toda nuestra vida. Es realmente doloroso.
Después de leer esta publicación, sentí una gran necesidad de colaborar en el proyecto, así que inmediatamente les mandé un mensaje al proyecto Rato Baltin bajo la publicación ¿Cómo podemos ayudar al proyecto aparte apoyo financiero? Al día siguiente, el 12 de enero de 2019, Rato Baltin respondió a mi mensaje con un «hola, mi nombre es Clara, puedes venir a nuestra oficina si quieres ayudar» con la dirección. Así fue empezó mi relación con Rato Baltin.
Empecé a trabajar en Rato Baltin como voluntaria a partir de ese mismo enero, y mi responsabilidad principal era la de traducir todos los documentos relacionados con el proyecto al nepalí. Clara me preguntó si quería ir a Achham en abril para el proyecto. Al principio le dije que solo iría 15 días, pero luego cambié de opinión y quise estar dos meses desde el principio al final del proyecto Rato Baltin en Achham. Esta decisión cambió mi vida de una manera muy positiva.
Cuando terminamos todo el papeleo para el proyecto en la oficina de Katmandú, nos pusimos rumbo a Achham el 14 de abril de 2019. Después de 2 días de viaje en autobús y todoterreno, llegamos a Sanfebagar, ciudad perteneciente al municipio de ‘Achham, donde nos dieron un curso para convertirnos en formadores durante 10 días. El proyecto Rato Baltin había estado funcionando únicamente en el municipio de Mangalsen durante 2 años, pero a partir de este año el proyecto tenía que funcionar en un municipio más que es el de Sanfebagar y dos más municipios rurales, Dhakari y Turmakhat.
El 17 de abril de 2019 comenzó nuestra formación. Cinco voluntarias extranjeras también formaban parte del equipo, colaborando con el proyecto. Mi trabajo durante la formación consistía en la traducción de los textos del curso, para que nuestras instructoras, así como mentoras pudieran entender los textos, y también traducía sus preguntas y curiosidad a Clara. Estuve allí como traductora porque todas nuestras mentoras y formadoras eran chicas locales de Achham, y no entendían bien el inglés. Durante los 10 días del curso formativo en Safebagar tuve la oportunidad de conocer tanto a nuestros mentores, instructores como voluntarias extranjeras. También la de aprender a convivir juntas mientras nos apoyábamos mutuamente. Cada día después de la formación solíamos ir a tomar un café con un brownie. Un brownie en Achham era como agua en el desierto. Ahora, cuando recuerdo aquellos momentos, me doy cuenta de que, para ser feliz, realmente no necesitas tantas cosas. Porque las pequeñas cosas pueden proporcionarnos inmensa felicidad también. Cuando terminaron los 10 días de formación, llegó el momento de acción: nuestro equipo tenía que salir hacia sus respectivos destinos de trabajos. Cada equipo tenía 1-1 voluntaria extranjera. Decir adiós fue muy difícil para mí después del vínculo que habíamos formado. Pero, al mismo tiempo, era consciente de que tendría la oportunidad de reunirme con todos los miembros del grupo de nuevo porque Clara y yo estábamos en el equipo directivo.
Como parte del equipo directivo, Clara y yo teníamos que visitar al menos una aldea de cada equipo con el fin de supervisar y evaluar su trabajo. Pude volver a ver a todos los miembros de cada equipo, y pude aprovechar la ocasión de poder acercarme y conocerles más a fondo. Las chicas me decían didi, que significa hermana mayor, y solían acudir a mí para todos y cada uno de los problemas que tenían. Al principio les enseñaba con enojo y grosería, pero poco a poco me di cuenta de que podía aportar mucho más con paciencia, cuidado y amor.
Este proyecto me ha enseñado a ser más paciente y amable en mi vida personal. Los voluntarios extranjeros también necesitaban mi ayuda cada vez que tenían que comunicarse con las chicas porque ni las voluntarias extranjeras ni nuestras chicas podían entender el idioma del otro. Colaboraba prestando mi ayuda para que pudieran tanto comunicarse, conectarse como entenderse entre ellas. Fue un privilegio el haber podido contribuir mi granito de arena.
Tuve una buena relación con todas las voluntarias extranjeras. A pesar de venir de diferentes culturas y orígenes, pudimos convivir como una familia, ayudándonos y consolándonos cada vez que extrañábamos a nuestras familias. Durante la estancia en el remoto pueblo de Achham a veces tuvimos que dormir todas en la misma habitación. Debido a la superstición del Chhaupadi, a veces nos encontrábamos obligadas de pasar la noche en la biblioteca de la escuela. Dos meses en Achham me han enseñado mucho y pude conocer la Nepal real. Incluso la comida sencilla que comíamos en el pueblo era deliciosa, aparte del afecto que la gente nos profesaba. Ni siquiera disponíamos de las cosas básicas que necesitábamos en el pueblo, pero nunca sentí que me faltara algo.
Siempre agradeceré a Clara y el proyecto Rato Balta por la increíble oportunidad vivida.
Me considero muy afortunada de haber podido ayudar a las mujeres y niñas de Achham. Me sentí muy orgullosa cuando vi que la confianza de nuestras mentoras y voluntarias iba creciendo gradualmente y se sentían más apoderadas a lo largo de la realización del proyecto. En una sociedad en la que la menstruación se considera un tabú, cuando nuestras chicas describen como de limpia y pura es la sangre menstrual, me siento realmente orgullosa de ser mujer. El trabajo que está haciendo el Proyecto Rato Baltin para las mujeres y niñas de Achham es verdaderamente significativo y merece el máximo respeto. No puedo describir las caras felices de las mujeres y las niñas cuando pudieron hablar sobre su menstruación y recibir sus copas menstruales. El Proyecto Rato Baltin está repercutiendo de una manera muy positiva las condiciones de la menstruación de la población femenina Achhami. No tiene precio.
Ahora que he vuelto a mi vida normal, estos 2 meses en Achham siempre los guardaré con mucho cariño en mi corazón. Estos momentos son muy preciados para mí. Todos estos recuerdos de Achham, como bañarse en la comunidad, tocar con nuestro petit-cot, esperar en la cola para usar el baño, la caminata nocturna hacia el pueblo y atravesar el bosque son muy hermosos. La vida simple y el amor de la gente de Achham ha hecho de este lugar algo muy especial para mi corazón. Siento que Achham es como mi segunda casa.
Durante estos dos meses trabajando con el Proyecto Rato Baltin en Achham tuve la oportunidad de aprender muchas cosas. Establecí algunas relaciones preciosas y hermosas que siempre permanecerán en mi corazón. El amor y el afecto de nuestras chicas me hacen sentir como si fueran mis propias hermanas pequeñas (Bahini), y deseo su felicidad y progreso en sus vidas futuras.
Mi confianza ha crecido junto con la de nuestras chicas. Puedo apreciar el cambio en mí misma antes de Achham y después de Achham. Este cambio es muy positivo. Tuve la oportunidad de conocerme a mí misma y mis capacidades. He desarrollado la habilidad de afrontar y gestionar situaciones difíciles, así como la de cómo convivir y trabajar junto a un equipo, y de poder ayudar a otras personas. El Proyecto Rato Baltin me ha dado una hermosa familia. Quiero expresar mi gratitud hacia el Proyecto Rato Baltin y Clara por aceptarme como un miembro más del equipo y por haberme dado la oportunidad de crecer positivamente.
Muchas gracias Clara y el Proyecto Rato Baltin por creer en mí.
Escrito por Rupa Pandey, fotos © Anne-Laure Crepin, traducción de Ixone Saenz.
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