Publicamos la traducción en nuestra web de este artículo -de Aditi Lamichhane, publicado el 2017-07-05 en The Kathmandu Post– porque creemos que es importante para las lectoras y lectores catalanes y castellanohablantes.
— be artsy team. Imagen: The Kathmandu Post
A los 13 años, el ciclo menstrual era, para mí, una hermosa transición a ser mujer. A los 14 años, se convirtió en una dura realidad.
A los 13 años, mi idea sobre el ciclo menstrual era simple. Para mí era la transición de ser una niña a ser una mujer; una transición hermosa e innegable, después de la cual esperaba que me trataran como un adulto en mi casa. Pero a los 14 años ese sueño se rompió, cuando tuve mi primer período y tuve una visión de la dura realidad que tendría que enfrentar cada vez que tuviese mi período: Intocabilidad.
En solo unos minutos, pasé de ser kanya – una figura de pureza, un tipo de diosa- a una mujer impura e intocable en mi propia casa. Fue estresante ver cómo me trataban peor que un animal cuando mi proceso natural y biológico llamó a la puerta por primera vez.
Estaba enfadada conmigo misma. Sentí un torbellino de emociones como la confusión, la deshonra y la rabia, todo era muy intenso para que lo averiguara. Era demasiado para asimilar. Cuando pregunté: «¿Por qué me tratan así?», la gente que me rodeaba tuvo la audacia de decirme que es nuestra «tradición»; es nuestra «cultura».
En el sur de la India, a las niñas hindúes que experimentan su menstruación por primera vez se les da regalos. Tienen una celebración sólo para celebrar esta ocasión especial. Los budistas de todo el mundo ven la menstruación como un «fluido físico natural que las mujeres tienen pasan cada mes, ni más ni menos».
Guru Nanak, el fundador del sijismo, condenó la práctica de tratar a las mujeres como impuras durante la menstruación. Él dejo muy claro a sus seguidores que el ciclo menstrual es un proceso «dado por Dios».
Hay muchos ejemplos en los que la mayoría de los gurús espirituales y religiosos han mencionado claramente que las niñas no son impuras durante sus períodos. Más bien es sólo una excusa, en nombre de la religión, para oprimir a las mujeres.
Cuando compartí mi conocimiento sobre el tabú a mis padres, me culparon por ser atea y causarles problemas. Aquí está la cosa: No soy atea. Creo en dios. Y creo que dios nos ama y no, nos humilla.
Hay una frase en Manusmriti -un antiguo texto legal del hinduismo- que dice:
«¿Yatra naryastu pujyante ramante tatra devata? Yatraitastu na pujyante sarva statraphalakriya»
Esto se traduce en: La divinidad vive en la casa donde las mujeres son respetadas. En una casa dónde las mujeres no son respetadas, ninguna buena acción ayudará a cosechar buenos resultados.
¿Por qué y por qué razones hay esta hipocresía que rodea la menstruación? ¿Por qué entonces se muestra a las mujeres desprecio total durante sus procesos más naturales?
Hay un shloka familiar:
Janani janma-bhoomi-scha
Swargadapi gariyasi
-que traduce «la madre y el lugar de nacimiento como las fuentes de la felicidad que sobrepasan incluso las alegrías y lujos del cielo»-.
Mi argumento ahora es, ¿No es la menstruación de donde proviene la maternidad? ¿La menstruación no marca la capacidad de una niña para convertirse en madre? ¿No es madre -toda- una especie de diosa? ¿Cómo entonces la menstruación hace que uno sea impuro e intocable?
Definitivamente no soy la única víctima del tabú menstrual. Hay muchos ejemplos a mi alrededor que me desalientan al darme cuenta de que vivo en una sociedad con tantos prejuicios. Si no progresamos como una familia o una comunidad, ¿cómo vamos a progresar como un país?
Nepal es el hogar de super mujeres como Pasang Lhamu Sherpa, Mira Rai, Jhamak Ghimire y Anuradha Koirala entre otras. Es una vergüenza que el mismo país es también el hogar de la ignorancia sobre la salud menstrual y la higiene junto con el tabú.
Sí, soy consciente de que lo que atravieso durante mi período no se puede comparar con lo que pasan las niñas de las zonas rurales. Pero ser una residente urbana no viene con ningún privilegio cuando se trata de la menstruación.
A los 13 años me explicaron que al menstruar no debía ver a mi padre ni al sol, y no debía tocar ningún alimento ni utensilio. Entrar en la cocina sería tan malo como entrar en un campo minado. Yo estaba confinada a mi habitación y el baño. Me sentí aislada y nadie se molestó en preguntarme cómo me sentía sobre toda la situación.
Todavía me estremezco cuando miro hacia atrás en el tiempo. Estaba sola. Lloraría toda la noche, y cubriría mis resoplidos con mis manos desnudas durante el día. Estaba traumatizada y deseé que ninguna chica tuviera que pasar por esto.
Y estuve más que feliz cuando mi hermana pequeña tuvo su primer período en un hostal. Después de todo, ninguna chica en el mundo merece pasar por esos sentimientos de inseguridad y soledad al entrar en su edad adulta.
Ya es hora de hacer todo lo posible para romper el tabú, que no hace más que desarrollar un complejo de inferioridad en las niñas. Ya es hora de decir ‘no’ a la mala práctica de decirle a las chicas qué ver, qué tocar y dónde dormir durante la menstruación. Somos humanos y se nos debe permitir hacer lo que deseamos hacer.
Lamichhane es estudiante de nivel A de la Budhanilkantha School
¿Deseáis ayudarnos a recaudar dinero para el proyecto de las niñas de Nepal?
Ahora puedes donar para pagar un mes de sueldo a la enfermera, pagar algunos kits higiénicos o ayudar para realizar el control de la copa menstrual en Septiembre: https://beartsy.org/es/involucrate-en-rato-baltin/
O Si lo deseas, puede donar por transferencia bancaria a: Banc Sabadell IBAN: ES23 0081 0900 8200 0430 1934 BIC: BSABESBB (una donación recurrente nos ayudará a planificar mejor nuestro presupuesto para llevar a cabo los proyectos emprendidos).
O echar un vistazo a otras formas de donar en https://beartsy.org/es/donacion/
¡Gracias! 🙂
Traducción de Nicole Ramirez