Diario de viaje: Oligaun, el Achham más duro

La primera semana en un pueblo nuevo es siempre estresante. Tenemos que ponernos a conocer a la gente que está alrededor: profesores, personal sanitario, líderes de la comunidad, y, más importante, las mujeres, las chicas y los chicos.

En Oligaun no fue diferente, pero también teníamos que conocer a parte del nuevo equipo. Tejana, una de las cuatro tutoras de Basti, y Manisha, una de nuestras tutoras de Kunti, vinieron con nosotros. Ellas han estado utilizando la copa menstrual desde el primer viaje del Rato Baltin. También estaba con nosotros Uma Bista, una periodista fotógrafa que nos ayudó un poco con el taller de fotografía durante parte de nuestra estancia en la población.

En el puesto de salud, en el primer contacto, hablamos sobre la copa. Estaban realmente interesados y les preguntamos sobre las mujeres allí. Nos explicaron que las chicas y las mujeres aquí recibían educación y que nadie dormía fuera. Cuando nos marchamos, una de las enfermeras nos dijo: “Ya veremos, no creo que sea así”. Yo les dije: “Si no lo hacen, sería una gran noticia que en esta parte de Achham hubieran erradicado el Chhaupadi, pero yo ya he visto Chhaugots según veníamos”.

La realidad es que aquí el Chhaupadi está más normalizado y más aceptado. Como en otros sitios, las mujeres son las que quieren hacerlo, pero los hombres no hacen nada para parar esa práctica. Hablan sobre ello como si se tratara de algo gracioso. Hay tanto trabajo que hacer aquí, pero no estábamos realmente felices sobre lo que sentíamos que podíamos hacer. Las clases transcurrían con alguna dificultad. Algunas veces los profesores no parecían querer involucrarse, para ellos, las materias normales son lo más importante, y las necesidades de las chicas van en segundo lugar. Aprendimos un montón aquí: las chicas aceptan el Chhaupadi, por lo que, al principio, no les parecía interesante aprender sobre la menstruación. Después de saber acerca de la copa menstrual, esto cambió un poco. En los niveles 9 y 10 las chicas no estaban realmente interesadas al principio, pero al final estaban muy contentas con los resultados de la fotografía participative y con nuestro vídeo de la ceremonia de clausura.

Teníamos a 95 chicas en la formación para la copa menstrual, pero no pudimos dar una a cada chica porque no teníamos suficientes. Pudimos dar 61 copas a las chicas del colegio además de al grupo de mujeres.

Vimos que con las chicas aquí había habido varios cambios respecto al Chhaupadi. Antes se quedaban en pequeñas cabañas para cabras en el piso inferior, pero ahora algunas se quedan en el primer piso. También vimos que los Chhaugoats aquí son más espaciosos que los de Kunti Bandali, o los que hay todavía en Basti.

Estuvimos intentando crear un grupo de hombres, pero de momento no hemos tenido éxito. En algunos sitios un profesor intentaba ayudarnos, pero nada funcionó, los hombres no vinieron. Aquí en Oligaun ha sido imposible hacerlo. Sin embargo, tuvimos pequeñas conversaciones con diferentes grupos de hombres, donde les hablamos de la importancia de ayuda por su parte para ayudar a los médicos y los líderes de la comunidad para parar esta práctica. Hablamos abiertamente sobre violación, y sobre cuántos borrachos habían abusado de las chicas en los Chhaugots, y creo que eso les llegó. Les dijimos que nosotros no somos de la comunidad, que son ellos los que tienen que hacer algo sobre este problema. Esperemos que intenten hacer algo.

Intentaremos involucrar a más chicas, mujeres y hombres en Kalagaun, nuestra próxima parada, pero ahora es tiempo de plantar el arroz y estamos un poco asustados de si tendrán tiempo para nosotros.

Dos meses en el campo es realmente una experiencia dura, pero intentamos pasarlo lo mejor posible. Estamos disfrutando de la vida simple de los pueblos y de las sonrisas de los niños – Sano Manche (gente pequeña) -, como le gusta llamarles a nuestra enfermera Anju.

Escrito, y fotografías con Fujifilm XT20, © por Clara Go.
Traducción de Tere Salinero

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